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"Los burros salvajes son un problema, porque cuando bajan a las calles los puede golpear un carro", dijo a Efe Lorena Barrón, sargento del Departamento de Servicio y Control de Animales del condado de Riverside.
“Los burros salvajes son un problema, porque cuando bajan a las calles los puede golpear un carro”, dijo a Efe Lorena Barrón, sargento del Departamento de Servicio y Control de Animales del condado de Riverside.
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Los Ángeles.- Las autoridades de Riverside, en el sur de California, decidieron prohibir a partir del 20 de julio que se alimenten a las manadas de burros salvajes que quedan en zonas campestres como manera de evitar que mueran atropellados.

“Los burros salvajes son un problema, porque cuando bajan a las calles los puede golpear un carro”, dijo a Efe Lorena Barrón, sargento del Departamento de Servicio y Control de Animales del condado de Riverside.

“La razón por la que están llegando a las áreas residenciales y algunas áreas industriales, en Riverside, es porque la gente los está alimentando, están en busca de alimentos que saben están ahí”, aseguró.

La Ordenanza 934, que prohíbe acosar y alimentar burros sin domesticar, con multas de 100 hasta 500 dólares, fue aprobada el pasado 20 de junio por la Junta de Supervisores del Condado de Riverside para ser efectiva a partir del 20 de julio de 2017.

Los burros fueron introducidos por colonos españoles en California en el siglo XVI, sirvieron como animales de trabajo en fincas y cuando “la fiebre del oro”, y algunas manadas fueron dejadas en libertad.

Uno de esos rebaños deambula desde 1950 entre los condados de Riverside y San Bernardino.

John Welsh, vocero del Departamento de Control de Animales de Riverside, calcula que son de “de 300 a 500 burros salvajes” en su jurisdicción.

Los borricos sin dueño “son agradables, son bien lindos, se acercan a uno y puedo entender la atracción por la gente que quiere alimentarlos, tomarles fotografías”, declaró Barrón.

“Pero eso causa un problema de gran escala, porque por eso se acercan a las áreas residenciales en Riverside y se apostan en las carreteras”, señaló.

Barrón lamenta que la mayoría de los asnos atropellados tienen que ser sacrificados por la gravedad de las heridas y recordó que en 2005 una motorista, Saroeutrh Phim, de 21 años, murió al colisionar con burros en la carretera de Reche Canyon.

“Yo misma he ido a atender llamadas de familias (que no pueden pasar) por una pequeña manada en la carretera. ¡Y es difícil hacerlos que se muevan, cuando no quieren!”, exclamó Barrón.

Starr Bright, una vecina de Moreno Valley que sostiene su cabello con una diadema con orejas de borrico de tela, dijo a Efe que “ama los burros silvestres”, por eso los busca “para tomarles fotografías” antes de que la prohibición entre en efecto.

Amber-LeVonne Koko es cofundadora de la organización “Donkeyland” que rescata burros golpeados o huérfanos.

“Apoyamos a las autoridades siempre y cuando haya suficiente vegetación en las colinas y agua en los manantiales para los burros”, dijo a Efe Koko.

“Los animales salvajes saben exactamente cómo sobrevivir en áreas agrestes, para eso fueron creados”, sostuvo Barrón.