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 El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante su discurso de despedida como mandatario de los estadounidenses, en e McCormick Place de Chicago, Illinois (EE.UU.). Obama comenzó su discurso de despedida dando las gracias a todos sus compatriotas por haberle hecho un "mejor" mandatario y un "mejor hombre" durante estos últimos ocho años.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante su discurso de despedida como mandatario de los estadounidenses, en e McCormick Place de Chicago, Illinois (EE.UU.). Obama comenzó su discurso de despedida dando las gracias a todos sus compatriotas por haberle hecho un “mejor” mandatario y un “mejor hombre” durante estos últimos ocho años.
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El presidente, Barack Obama, pasó esta semana su lema del “cambio” que le llevó en 2009 a la Casa Blanca a todos los ciudadanos, a quienes pidió ser “guardianes” de la democracia y no darla por sentada en un emotivo y optimista discurso de despedida que cerró con su famoso lema “Sí, se puede”.

“Les pido que crean. No en mi capacidad para lograr el cambio, sino en la suya”, enfatizó Obama en su mensaje final al pueblo estadounidense, pronunciado en el centro de convenciones McCormick Place de Chicago ante unas 18.000 personas.

“Ustedes fueron el cambio. Ustedes respondieron a las esperanzas de la gente, y gracias a ustedes, en casi cada medida, Estados Unidos es un lugar mejor y más fuerte que cuando empezamos”, insistió Obama.

El mandatario, que abandonará el poder el próximo 20 de enero, reconoció que el progreso durante su Presidencia “no ha sido uniforme”, y que “a veces parece que damos un paso atrás por cada dos pasos adelante”, pero que su país siempre se ha caracterizado por “moverse hacia adelante”.

Obama recapituló que, si hace ocho años hubiera prometido que el país “dejaría atrás una gran recesión”, abriría “un nuevo capítulo con el pueblo cubano, cerraría el programa nuclear de Irán”, lograría la legalidad del matrimonio homosexual y reformaría el sistema sanitario, le habrían dicho que aspiraba a “demasiado”.

Pese a dibujar un panorama alentador, Obama advirtió sobre algunas de las amenazas a la democracia, entre ellas que “no funcionará sin la sensación de que todos tienen oportunidades económicas”.

El racismo sigue vivo

También admitió que, pese al carácter histórico de su elección como el primer presidente afroamericano, el racismo sigue vivo en el país y queda “más trabajo por hacer” para eliminar los prejuicios contra las minorías y los inmigrantes.

“Después de mi elección, se habló mucho de un Estados Unidos post-racial. Esa visión, aunque bienintencionada, nunca fue realista. Porque la raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad”, reconoció.

Así que “tenemos que esforzarnos más, comenzando con la premisa de que cada uno de nuestros conciudadanos ama a este país tanto como nosotros”, urgió Obama, aunque agregó que no es tarea fácil. “Para muchos de nosotros, es más seguro refugiarnos en nuestras propias burbujas”.

Su receta ante una sociedad donde “el partidismo desnudo” y la “creciente estratificación económica y regional” van al alza es que todos acepten “la responsabilidad de la ciudadanía” y sean “guardianes” de la democracia, no solamente cuando haya una elección, sino durante toda la vida.

“Nuestra democracia se ve amenazada si la damos por sentada”, dijo Obama al subrayar que la Constitución no tiene “poder” por sí sola, sino que es “el pueblo” quien se lo otorga con su participación.

Apenas mencionó al presidente electo en su intervención, pero Obama sí advirtió contra el “debilitamiento de los valores” que definen al país y sostuvo de manera tajante que rechaza la “discriminación” contra los musulmanes estadounidenses.

Tampoco tuvo el discurso de Obama muchas alusiones a la política exterior, aunque el presidente presumió de que ninguna organización terrorista extranjera ha logrado ejecutar un atentado en el país en sus ocho años en la Casa Blanca, y aseguró que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) “será destruido”.

Emotivo con Michelle Obama

La parte final del discurso fue la más emotiva, con agradecimientos de Obama a los simpatizantes demócratas que se movilizaron desde su primera campaña, a su personal y asesores, y sobre todo a su familia.

Entre lágrimas, dijo de su mujer, Michelle, que es su “mejor amiga”, que asumió un papel como primera dama “que no había pedido” con “gracia, estilo y buen humor”, y que ha hecho de la Casa Blanca “un lugar que pertenece a todos”.

Habló también con orgullo de sus dos hijas, Malia y Sasha, y de su vicepresidente, Joseph Biden, en quien ha ganado “un hermano”, contó que elegirlo como su número dos fue la primera decisión que tomó como candidato demócrata a la Casa Blanca en 2008 y “la mejor”.

Con la única ausencia de Sasha, que se quedó en Washington estudiando para un examen, según la Casa Blanca, Michelle, una Malia visiblemente emocionada, Biden y su mujer, Jill, arroparon a Obama en el escenario cuando el discurso terminó.