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 A raíz del arresto de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y su posterior extradición, muchos buscan aprovechar esta apertura y controlar la distribución de drogas en el estado.
A raíz del arresto de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y su posterior extradición, muchos buscan aprovechar esta apertura y controlar la distribución de drogas en el estado.
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MEXICO – ¿Cuántos muertos ayer? ¿Dónde? ¿Quiénes? ¿Balaceras?

Estas son preguntas que podrían generar temor, indignación e incredulidad en muchos lugares de mundo. Sin embargo, esto es Sinaloa, la tierra del narco, en donde nacieron muchos de los capos que se han hecho legendarios al frente de los cárteles de la droga.

Por estos días, la lucha interna por el control del estado ha dejado cientos de muertos en las calles de sus más importantes ciudades. A raíz del arresto de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y su posterior extradición, muchos buscan aprovechar esta apertura y controlar la distribución de drogas en el estado.

La lucha es tanto al interior del estado como al exterior. La otrora figura del Chapo se pensaba había sido heredada por Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos del capo, pero la realidad muestra otra cosa. Cèlulas independientes, al frente de los que antes eran subalternos, quieren arrebatarle la supremacía a sus jefes.

Tan solo esta semana, en Mazatlán, se reportaron más de 30 ejecutamientos, enfrentamientos entre el Cártel de los Beltrán Leyva y el de Sinaloa se disputan el control de la distribución de drogas en esta zona.

“Está caliente, muy caliente”, es la frase que se escucha en las calles.

“No salgas, no te aventures”, es el otro consejo.

Sin embargo, el consumo sigue como si nada estuviera pasando. En las discotecas, los bares y restaurantes la gente continúa consumiendo el llamado “perico”, blsitas de coca que se venden como si fueran tortillas.

“Si vienes a Sinaloa se entiende que tienes que probarlo”, dice Brian, un turista recién desempacado de Seattle.

Este americano contrató una pulmonía –un taxi popular en esta zona- para que lo llevara a comprar “perico”.

Después de aventurarse por las colonias más populares de la ciudad, pobres, necesitadas, se encontró con unos tipos de a pié que acercándose cautelosamente le vendieron lo que buscaba.

“Está caliente, pero vale la pena”, nos dice.

Para cualquier persona ajena a Sinaloa o México esto no es típico. Entrar a un establecimiento público en donde ofrecen desde “perico”, mariguana, cristal y hasta prostitutas escapa a cualquier entendimiento. Sin embargo, en esta zona, es algo que es normal, como si se tratara de comer o desayunar.

“Yo no le pongo, pero no juzgo a la gente que lo hace”, nos dice José, un taxista que por razones obvias prefiere no dar a conocer su apellido.

“Los traigo, compran lo que necesitan y si le ponen no me molesta”, agrega.

¿Cómo regular o entender una ‘guerra’ contra el narco cuando está bien arraigado en la cultura de la sociedad?

Decenas de militares se pasean por las calles, fuertemente armados, intimidan, alguna gente los mira temerosos, otros, como si fueran sus vecinos.

“Es la eterna historia”, dice Israel, manager de un popular restaurante en la zona turística de Mazatlán.

“Los ves que llegan, los ves que se van”, no nos atemoriza.

La droga es como una nube, se coloca encima de la ciudad y penetra hasta sus mas secretos escondites. No puedes evitarla. Si no la usas, te usa. Si la ignoras, te ignora. Pero en esta época de restricciones es imposible dejarla desapercibida, golpearla, aniquilarla. No es que sea malo etiquetarla. Decir que es malo o bueno. Es que es… y eso hay que admitirlo…