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Luis Ernesto Peña García, de 21 años, se unió a la caravana llamada el Viacrucis de Refugiados 2017. Dicha comitiva emprendió el viaje el 9 de abril desde frontera de Guatemala y México, rumbo hacia el norte e incluyendo a unos 200 migrantes provenientes de Camerún, El Salvador, Guatemala, Honduras y México.
Luis Ernesto Peña García, de 21 años, se unió a la caravana llamada el Viacrucis de Refugiados 2017. Dicha comitiva emprendió el viaje el 9 de abril desde frontera de Guatemala y México, rumbo hacia el norte e incluyendo a unos 200 migrantes provenientes de Camerún, El Salvador, Guatemala, Honduras y México.
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ADELANTO>> Luis Ernesto Peña García tiene 21 años, y habla casi en susurros. Hasta hace poco trabajaba de instalador de cables de Internet en la capital de El Salvador hasta que se hartó de las amenazas de muerte y de pagar la renta a los pandilleros de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18.

Omar Arnoldo Rivera Martínez tiene 37 años, y al igual que Luis, hace unos meses trabajaba poniendo asfalto en las calles de su país. También viene huyendo de las mismas dos pandillas rivales que controlan a su colonia en Guazapa, San Salvador, El Salvador.

Ambos dejaron sus casas y viajaron a pie, en autobús, en carro y encima de “La Bestia” (tren de carga) junto con la caravana llamada el ‘Viacrucis de Refugiadxs 2017’. Dicha comitiva, que incluía a más de 200 migrantes, emprendió el viaje el 9 de abril desde Tecún Uman, Guatemala hasta llegar a Tijuana, México.

Cinco meses después, siguen encarcelados en el Centro de Detención de Inmigración en Adelanto.

Luis lleva un uniforme azul. Pide que no se le tomen fotos de su rostro.

Omar tiene puesto un uniforme rojo y habla animadamente. No le importa que se le tome una foto para publicarlo en el periódico. Y esto, pese a asegura que los pandilleros mataron a su hermano, violaron a su hija e intentaron matarlo también.

“La regla de ellos es: ver, oír y callar”, explica Omar durante una entrevista en un cuatro especial del reclusorio en Adelanto. “Lo que pasa en El Salvador es que hay mucha corrupción.., y la verdad, es que nunca va a cambiar”.

Un calvario que no para

Para Luis y Omar la experiencia de querer venirse a este país a pedir asilo y a reunirse con sus familiares ha resultado ser un calvario. Una experiencia que comparten con miles de inmigrantes indocumentados que viven en este país.

Ambos arribaron a la garita de San Ysidro el 7 de mayo. A muchos de los miembros de la caravana les dejaron pasar libres bajo palabra, pero otros fueron puestos en diferentes centros de detención, explica Roberto Corona, un organizador de Pueblo Sin Fronteras quien acompañó a la caravana.

Otros migrantes se salieron de la caravana para tratar de cruzar la frontera.

A Luis le agarraron mientras iba por una carretera rodeada por montañas.

Posteriormente le llevaron a una instalación carcelaria de Otay Mesa, en el Condado de San Diego, y después fue trasladado al Centro de Adelanto en el Condado de San Bernardino, al igual que Omar.

Sus anhelos se conviritieron en estadísticas: Cada año se ponen tras las rejas a entre 380,000 y 442,000 migrantes, incluyendo residentes permanentes, desplazados solicitando refugio y víctimas del tráfico de personas, según Camila González Paz Paredes, socióloga mexicana.

Los Adelanto 9

Estando encarcelados allí se unieron bajo el nombre de ‘Los Adelanto 9’ puesto que los nueve migrantes centroamericanos llegaron juntos en la misma caravana y eran casi todos de El Salvador.

Los Adelanto 9, que luego fueron ocho porque deportaron a uno, iniciaron una serie de huelgas de hambre cuando, entre otros, reclamaron ser blanco de un trato de parte de guardias carcelarios y que las fianzas eran muy elevadas: de 30 mil, 35 mil y 40 mil dólares.

Al empezar la primera la huelga el 12 de junio, alegaron que fueron atacados por guardias con gas de pimienta y forzados a bañarse con agua caliente mientras que se les insultaba.

La portavoz de la agencia de inmigración (ICE) dijo que las autoridades se vieron obligadas a utilizar tales procedimientos para controlar al grupo de presos que reusaba entrar a sus celdas.

Durante la confrontación, Omar alega que le fracturaron la nariz y que le “botaron su diente”.

Por ello, Omar entabló una denuncia a través de su abogada Nicole Ramos, pidiendo que se hiciera una investigación sobre la conducta de los agentes de ICE y la de los guardias de Adelanto.

“Hasta la fecha no tengo respuesta de aquí adentro”, replica.

Recientemente le cambiaron el uniforme de color azul a rojo, lo cual significa, según Omar, que se le clasifica como un “criminal” por ser “el jefe de los huelguistas”.

Omar está solo en una celda. Cree que el 95% de los guardias carcelarios lo odian por haber entablado una denuncia en su contra y también teme por los pandilleros que están allí encarcelados.

Rebajan las fianzas

Tras las huelgas de hambre, a las que se unieron 20 haitianos presos, las fianzas que antes rondaban un promedio de 30 mil dólares se fueron reduciendo hasta la mitad. La fianza de Luis ha sido reducida a 10 mil dólares. Sin embargo, Omar no tiene fianza todavía.

Apoyadores de los huelguistas encarcelados han recaudado a más de 19 mil dólares a través de un sitio de Internet (https://cluela.nationbuilder.com/adelanto).

“Solamente pensamos recaudar fondos para los ocho huelguistas centroamericanos detenidos, pero nos dijeron que no querían salirse sin el resto de sus hermanos haitianos”, explica Elizabeth Rhea, de CLUE, colectivo que se encarga el sitio a través de la cual se pueden hacer las donaciones.

Ya han podido liberar a siete migrantes: tres salvadoreños y cuatro haitianos. La meta es el poder sacar a todos los 28 huelguistas. Para lograrlo se estima que tendrán que recaudar aproximadamente medio millón de dólares.