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Cientos de habitantes que perdieron sus apartamentos en los edificios colapsados por el terremoto del pasado martes, pernoctan en un gimnasio de Ciudad de México.
Cientos de habitantes que perdieron sus apartamentos en los edificios colapsados por el terremoto del pasado martes, pernoctan en un gimnasio de Ciudad de México.
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México.- Durmiendo en colchonetas y viviendo de la solidaridad de la ciudadanía, miles de damnificados del fuerte terremoto de este martes duermen en los 49 albergues instalados en la Ciudad de México por el temor de volver a sus casas severamente perjudicadas.

Amada Rodríguez y otros siete miembros de su familia, entre ellos su madre de 85 años, pasan las horas en el albergue dispuesto en la delegación Benito Juárez, una de las más impactadas por el movimiento telúrico del 19 de septiembre, de 7,1 en la escala de Richter.

Sentada en una colchoneta y cobijada por una manta, afirma que ha estado “muy bien atendida”, pero no se quita el miedo del cuerpo.

Su familia y otra cincuentena más se vieron obligadas a salir de sus viviendas. Lo hicieron por prevención, pues el edifico no cayó, pero se agrietó considerablemente y el terremoto fue “muy fuerte”.

La mayoría de vecinos se fue a casa de allegados, pero ella prefirió acudir a este albergue, donde además de alojamiento y comida, hay varias entidades que les apoyan psicológicamente e incluso los entretienen, como un mago que hoy hacía las delicias de los más jóvenes.

De acuerdo con el equipo de Comunicación de la delegación, hay espacio para 800 personas y la primera noche durmieron unas 200, cuando se vivieron incluso situaciones de pánico.

Luis Alberto Contreras yace en una de las improvisadas camas. Vestido de pies a cabeza, explica que el edificio en el que vive con su madre y su hermana “está ladeándose”.

“Ahora no sé qué voy a hacer, y lo bueno es que tengo mis papeles (documentos). Espero que no haya otro temblor”, desea este diseñador gráfico.

Con 100 muertos, la Ciudad de México es la más afectada por el terremoto, que ha dejado 230 víctimas mortales en el centro del país.

Fuera de sus casas y alejados de todas sus pertenencias, estas horas están siendo duras para muchos. Pero algunos de los más jóvenes, gracias al apoyo institucional y de voluntarios, se toman la experiencia como una aventura más.

Es el caso de Draken Michel, que vive en el suroriental estado de Quintana Roo y estaba de visita en casa de su tía, en la Ciudad de México, cuando el terremoto sacudió con fuerza.

“El edificio sufrió algunos daños, tiene grietas y nos da miedo entrar, por lo que decidimos pasarnos para acá”, apuntó el adolescente.

El joven habla del “buen servicio” que ha recibido, una cucharada de tranquilidad después del sismo, que fue “muy fuerte” y, de seguro, recordará toda la vida.

El movimiento telúrico tuvo lugar este 19 de septiembre, exactamente el mismo día, pero 32 años después, del sismo de 1985 que dejó miles de muertos en la capital.

“Temblaba tanto que nos quedamos a un lado de la puerta en un punto y empezamos a orar y todo”, apuntó.

Miguel Ángel Peñaluna, otro de los alojados en el albergue, se movió por precaución con toda la familia a este recinto. Aunque entiende que hay prioridades, pide una rápida evaluación del edifico para poder regresar a su hogar.

“Protección Civil, por cualquier situación que pase, está dando la orden de desalojar a todas la personas” de los edificios, explicó el joven, quien la pasada noche reconoce que hubo, entre los hospedados, momentos de “desesperación”.

En la capital mexicana, los equipos de emergencia han logrado rescatar a 53 personas entre los escombros. Y en estas actividades se centran, más de 24 horas después del sismo, buena parte de los esfuerzos.