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    Ángela López, de 58 años de edad, y oriunda de Nayarit, México, deambulaba por las calles de Pomona desde hace dos años.

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Protegida por una vieja sombrilla azul que encontró en la calle, y arropada con una chamarra que le fue regalada por un buen samaritano, Ángela López, de 58 años de edad, y oriunda de Nayarit, México, deambulaba por las calles de Pomona tal y como lo ha hecho por los últimos dos años.

En su carrito de mandado guarda todas sus pertenencias –ropa, artículos higiénicos, y una sábana que la protege a medias de las bajas temperaturas. Este carrito es también para su herramienta de trabajo, Lo usa para recolectar botes de aluminio, papel y cartón, que después vende para conseguir unos cuantos dólares.

“A mí no me gusta mendigar, prefiero trabajar, prefiero ganarme el dinero honradamente”, comentó López a La Prensa mientras buscaba un refugio para escapar de la lluvia.

“Honestamente no me gusta mi situación pero es lo que es y debo enfrentarla. Es muy peligroso vivir en las calles, es muy difícil, mucha violencia, mucha droga, muchos vicios. Para mí el cielo es mi techo, las paredes de cualquier lugar me protegen por unas cuantas horas”.

Problema creciente

Su situación es fiel reflejo de una frágil economía y de un problema creciente en California donde Pomona no es la excepción.

Su realidad es compartida por cientos de desamparados que deambulan por las calles y callejones de Pomona tratando de subsistir.

Otro de ellos es Carlos Vargas, de 47 años de edad.

Vargas narró a La Prensa que comenzó a vivir en las calles a mediados del 2014 cuando perdió su empleo como cocinero de un restaurante en Diamond Bar. La situación de Vargas, oriundo de Guatemala, se empeoró cuando comenzó a usar drogas para escapar de la realidad.

“Quiero dejar de hacerlo, en serio, pero es difícil. Estoy tratando lo más que puedo porque me está destruyendo”, comentó Vargas mientras disfrutaba un almuerzo caliente provisto por la iglesia North Towne Christian Church.

“Yo no me meto con nadie pero si, las calles son peligrosas. Yo recojo botes y lo que sea para reunir mis dólares. Es difícil, no se lo deseo a nadie. Pasar frio, y hambre no es juego”.

La situación en Pomona

La situación de la séptima ciudad más grande del Condado de Los Ángeles es peculiar, ya que según datos de la agencia de servicios para personas sin hogar del mismo condado, el número de desamparados disminuyó en 223 en enero de 2016 comparado con enero de 2015.

Según datos, en enero de 2015 se contaron un total de 912 desamparados en Pomona, mientras que en enero de 2016 se contaron 689, de los cuales 366 no tenían abrigo alguno. Un dato alentador para las autoridades es el hecho de que en enero de 2015 había 12 niños viviendo en las calles mientras que en enero de 2016 el número se redujo a cero.

Para Rubio González, concejal del distrito 1 de Pomona, este dato no es de confianza ya que fue hecho por voluntarios bajo la supervisión de iglesias locales. González cree que el número de desamparados en Pomona pueda ser aún mayor ya que muchos esconden su situación para evitar el rechazo.

“Con una cuenta profesional sabremos si hay menos o más desamparados en la ciudad, aun así son más visibles”, dijo González

Sin embargo, cada vez es más visible la presencia de desamparados instalando sus casas de campaña, o erigiendo plásticos como techo en las aceras del centro de la ciudad—situación que ha ocasionado molestia entre la comunidad.

Minerva Hernández, propietaria de un negocio en el centro de la ciudad, dijo que los clientes han expresado sentir miedo ante la presencia de muchos desamparados en la zona, lo que le ha causado la pérdida de ingresos al intentar alquilar un local para fiestas. Hernández añadió estar en proceso de mudanza para evitar estos problemas y poder ofrecerles a sus clientes la seguridad deseada.

“Hay demasiada inseguridad en los negocios además de grafiti, calles sucias, y edificios en mal estado. Amo Pomona y creo que todavía hay mucho por hacer aquí pero lo vamos a hacer unidos todos y este 2017 tenemos que ser positivos y vivir con la esperanza que el nuevo alcalde y los nuevos concejales hagan algo de verdad por los negocios y también en buscar más albergues para toda esta gente que también está sufriendo en la calles, algunos por las drogas, otros por demencia y también por pobreza porque en verdad vivir en California cada día es más caro”, dijo Hernández.

Según datos de la ciudad, la elevada presencia se debe a que es ilegal acampar en lotes baldíos debido al peligro que representa por la sequía en el estado.

Además, la ciudad debe proteger propiedades privadas. Con reglamentos que impiden acampar en parques públicos, y el resultado de una demanda a favor de los desamparados que les permite acampar en las calles de la ciudad, su visibilidad ha aumentado.

Demanda legal

Y es que a principios de septiembre pasado, un grupo de desamparados ganó una querella legal contra la municipalidad que les permite buscar refugio en espacios públicos hasta que la ciudad pueda brindar suficiente vivienda o albergues para todos los desamparados.

La falla a favor también prohíbe a la policía multar a los desamparados y arrojar a la basura sus pertenencias como acostumbraban hacer, práctica que según un juez es inconstitucional.

Mientras la ciudad ofrece vivienda adecuada para todos los desamparados, López y Vargas continuarán usando el piso, un cartón viejo o periódicos como colchón y almohadas, y seguirán siendo víctimas del rechazo constante de una sociedad apática.