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La situación de Pumas se ha vuelto penosa en este Apertura 2017.
La situación de Pumas se ha vuelto penosa en este Apertura 2017.
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CIUDAD DE MÉXICO- Ayer no hubo perdón para nadie en el Estadio Olímpico Universitario.

Nicolás Castillo, el héroe de mil batallas, el incansable de los Pumas, tampoco pudo acallar la reacción de la afición de los auriazules; en su paso rumbo al vestidor escuchó de todo, una silbatina interminable, recordatorios familiares y frases llenas de reproche que le prodigaron los hombres que se ubicaron a un lado del túnel.

Para el resto del equipo también hubo reclamos, nadie salió entre aplausos como en otras ocasiones, incluso al portero Alfredo Saldívar fue al primero al que le dedicaron una sonora rechifla tras su intentona y malograda puntada de irse a rematar en lo que pensó sería la última jugada del partido.

“¡Burro!” fue el calificativo más amable que salió de la tribuna, el resto fueron frases más duras, cargadas de coraje, porque el segundo gol, que llegó luego de que dejó sin custodia su portería, dolió como si se tratara de una Final perdida.

Sergio Egea y Leandro Augusto quedaron petrificados a un lado de la línea de banda cuando el juego terminó. Ahí permanecieron durante un buen rato y luego entraron para tratar de animar a sus pupilos. Fueron casi los últimos en irse a los vestidores, pero no conforme con haberle tirado a sus jugadores, la gente del lado de Palomar los esperó para lanzarles sonoros abucheos, primero para Egea y segundos después para Leandro, cuya investidura de ídolo ayer no le valió de nada.

Atrás parecen haber quedado los tiempos en los que el “Cómo no te voy a querer” inundaba las tribunas para despedir a su equipo, aún en la derrota.