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Tucson.- Los rancheros de la zona de Arizona que linda con México atestiguan el cambio paulatino que se ha producido en el perfil de los que cruzan ilegalmente la frontera: de grandes grupos de hombres y mujeres con niños a integrantes de grupos armados que trafican con drogas.

Melissa Owen, dueña de un rancho a tan solo cuatro millas de la frontera con México, ha sido testigo del paulatino pero drástico cambio en el flujo migratorio a través de sus tierras, los grandes y continuos grupos de inmigrantes que años atrás cruzaban sus tierras en busca del “sueño americano” han sido reemplazados por grupos armados que trafican drogas.

“La demografía de las personas que están cruzando la frontera, definitivamente ha cambiado. Antes veíamos grupos de hombres y mujeres con niños, cansados, buscando agua, ahora estamos viendo menos gente cruzando, menos basura, pero desafortunadamente ahora la gente que está cruzando son criminales armados, traficantes de drogas”, relato Owen a Efe.

La mujer de 67 años aún recuerda una mala experiencia que tuvo cuando una noche escucho como con una navaja cortaban la malla protectora de su puerta y luego con sus botas dos hombres pateaban la puerta de su casa en Altar en el año 2005.

Sin dudarlo, disparó su arma, lo que ahuyentó a los intrusos.

“Hace siete o diez años podíamos ver hasta 100 personas cruzando cada noche, ahora difícilmente vemos a alguien porque son gente que cruzan droga y no quieren ser vistos”, relató la ranchera.

El desierto de Arizona, donde por millas y millas se puede manejar sin ver rastros de vida, es una de las rutas principales de cruce de los carteles de la droga.

De acuerdo a cifras de la Patrulla Fronteriza, en 1990 detuvieron a 1,049,321 inmigrantes indocumentados a lo largo de la frontera con México. En el año 2000, cuando la inmigración indocumentada llegó a su punto más alto, fueron 1,643,679 inmigrantes y de estos últimos más de 600.000 fueron arrestados en el desierto de Arizona.

“En ese momento veíamos familias enteras cruzando por las tierras, pidiendo agua, comida, para ellos y sus hijos,” dijo Mark Anderson, empleado de una ranchería en Douglas, Arizona.

Anderson dice que nunca olvidará el día que una mujer llegó con sus cuatro hijos, todos ellos con lastimaduras en los pies, porque se habían perdido y llevaban días caminando en círculos.

“Te partía el corazón ver a esas familias, venían arriesgándolo todo, tomaban agua, muchas veces sucia del ganado y seguían su camino”, recordó Anderson.

Pero después de los atentados terroristas del 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York, la vida en la frontera cambió radicalmente. La militarización de la frontera, la construcción de un muro fronterizo y la contratación de más agentes fronterizos transformó el flujo migratorio.

Los rancheros, dueños de tierras a lo largo de la frontera desde California hasta Texas, han sido y sufrido en carne propia esta transformación.

Durante el año fiscal 2016, la Patrulla Fronteriza reportó el arresto de solo 408.870 indocumentados a lo largo de la frontera de con México, de estos un poco más de 64,000 fueron capturados en el desierto de Arizona.

La gran mayoría de los rancheros cuando detectan ahora un grupo de personas dentro de su propiedad llaman a la Patrulla Fronteriza debido a que no saben si se trata solo de inmigrantes o de posibles traficantes de drogas.

“Les damos agua, pero si necesitan ayuda médica, la Patrulla Fronteriza está equipada para proporcionarla”, dijo Owen.

Este mismo cambio lo ha presenciado, Tony Sedwick, dueño de un rancho de 4,000 acres que colinda con la frontera al este de la ciudad fronteriza de Nogales, en Arizona.

Las docenas de indocumentados que antes cruzaban por su rancho, ahora se están entregando “voluntariamente” en los puertos de entrada o ante agentes de la Patrulla Fronteriza para después solicitar asilo político.

Especialmente aquellos hombres, mujeres y menores no acompañados provenientes de países centroamericanos.

Desde sus ranchos tanto Owen como Sedwick todos los días pueden ver el muro fronterizo.

Ambos se oponen a la idea del Presidente Donald Trump de gastar miles de millones de dólares en la construcción de un nuevo muro que en su opinión solamente tendrá un efecto devastador en el medio ambiente de la región y no frenará el flujo migratorio o el tráfico de drogas.

Como dueños de tierras saben de la importancia del trabajador inmigrante y consideran que la presente administración “ignora” la opinión de rancheros como ellos que diariamente son impactados por el problema migratorio.