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La marina mexicana translada a Joaquín "El Chapo" Gúzman esposado, después de que éste fue arrestado en Mazatlán, Sinaloa el sábado pasado.
La marina mexicana translada a Joaquín “El Chapo” Gúzman esposado, después de que éste fue arrestado en Mazatlán, Sinaloa el sábado pasado.
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En abril de 1985 el entonces director de la Interpol México, Florentino “El Tigre” Ventura, me decía en un café en San José, Costa Rica que con la captura de Rafael Caro Quintero, el narcotráfico y la violencia en México quedarían seriamente disminuidos; habían logrado apresar a uno de los más importantes capos de la droga de ese momento que, junto con Ernesto Fonseca Carrillo alias “Don Neto”, controlaban el entonces poderoso cartel de Guadalajara.

Similares condiciones se dan hoy con la captura del otrora poderoso Joaquín “El Chapo” Guzmán. Caro Quintero fue detenido en “La Quinta La California”, dentro de la comunidad de San Rafael de Ojo de Agua en Alajuela, Costa Rica el cuatro de abril de 1985. Junto a él estaba Sara Cosío -hija del ex secretario de educación del estado de Jalisco y sobrina del ex gobernador de esa misma entidad, Guillermo Cosío Vidaurrí-, quien se encontraba acostada, semidesnuda en una cama y posiblemente embarazada.

En un principio ella fue considerada como secuestrada, sin embargo y para sorpresa de muchos, declaró ser pareja de Caro Quintero. Su captura fue gracias a la intervención de los teléfonos de la familia de Cosío, a la cual ella llamó el dos de abril de ese año, declarando: “Yo no estoy secuestrada… yo estoy enamorada de Caro Quintero”, con lo cual la DEA (Agencia de Antinarcótico de Estados Unidos) pudo dar con el paradero de Quintero.

Durante ese tiempo, un servidor tenía la responsabilidad de la coordinación informativa de la Agencia Notimex para Centroamérica, con sede precisamente en San José, Costa Rica, donde fuimos testigos privilegiados de los principales acontecimientos que sacudieron el istmo durante la década de los 80, incluyendo por supuesto la captura de Caro Quintero.

Coincidencias de la vida, o así les gusta vivir a los narcotraficantes, el pasado sábado una noticia paralizó al mundo: el delincuente más buscado Joaquín “El Chapo” Guzmán había sido recapturado por fuerzas militares mexicanas y con asesoría de agentes norteamericanos. A Caro Quintero lo capturaron luego de ser exitoso el espionaje telefónico que le dio seguimiento a las conversaciones de su novia en Costa Rica con su familia en México y, ahora Alonzo Peña, un ex alto funcionario de la ICE, dijo que las escuchas telefónicas en Arizona llevaron a las autoridades a la casa en Culiacán de la ex esposa de Guzmán, y posteriormente al hotel en Mazatlán donde Guzmán fue arrestado, con su actual pareja, una joven ex reina de belleza, Emma Coronel.

Luego de la captura de Caro Quintero, las autoridades mexicanas “soltaron las campanas al vuelo” y aseguraron que con este golpe se debilitaba fuertemente el narcotráfico y, sobre todo, la violencia que en ese entonces existía. Qué lejos estábamos de la cruda realidad que ha azotado a México en los últimos 25 años.

Con la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán nuevamente funcionarios mexicanos y hasta el propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto, han destacado el “gran trabajo realizado por las fuerzas armadas mexicanas”, pero sobre todo, el “duro golpe que se le da al narcotráfico en México”.

El embajador de México en Estados Unidos, Eduardo Medina Mora, quien fuera Procurador General de la República en la pasada administración, destacó que gracias al fortalecimiento de las capacidades institucionales en México se condujo a la captura del capo.

En un artículo divulgado por el periódico The Washington Post, el diplomático mexicano escribió “la detención de Joaquín Guzmán, el criminal más notorio en la historia de México”. Medina Mora explicó que “el crimen y la violencia que surgió en México hace unos años se originaron por la debilidad de las instituciones de seguridad y justicia, en la pérdida de los espacios públicos en las comunidades y en la consecuente ruptura del tejido social”, agravados por la falta de oportunidades económicas y educativas.

Expuso que el presidente Enrique Peña Nieto ha establecido “una estrategia integral, centrada en la atención y prevención de las causas profundas de la delincuencia, en lugar de simplemente luchar contra sus consecuencias”.

Hay que recordar que Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, más conocido como el “Chapo Guzmán” (La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, México, cuatro de abril de 1957), ha sido el líder de una organización internacional de droga llamada la “Alianza de Sangre”, también conocida como el “Cártel de Sinaloa”. Después del arresto de Osiel Cárdenas del Cártel del Golfo, Joaquín Guzmán se convirtió en el principal traficante de drogas de México. En 1993 fue detenido en Guatemala, trasladado a México, donde ocho años después de su encarcelamiento en uno de los penales de máxima seguridad en Jalisco, escapó con la complicidad de las autoridades de dicho penal y, se especula, del entonces presidente Vicente Fox.

Desde su fuga en enero del 2001, se convirtió en el segundo hombre más buscado por el FBI y la Interpol, después de Osama Bin Laden. Tras la muerte de este último en 2011, el ranking titulado “Los nuevos diez más buscados”, que se elaboró a partir de una lista realizada por la revista Forbes, colocó en primer lugar a Guzmán Loera, a quien calificó como un hombre “implacable y determinado”. Esta misma revista calculó su fortuna en mil millones de dólares. En 2013 se le colocó en el lugar 67, entre las personas más poderosas del mundo.

Trece años después se logra su recaptura, justo cuando México enfrenta una serie de hechos violentos, fundamentalmente en los estados de Michoacán y Guerrero, que han llevado a la formación de “Guardias Comunitarias” o de “Autodefensas” dispuestas a enfrentar al crimen organizado, entre ellos al cartel de “Los Caballeros Templarios” y Los Z, con sus propios recursos y respeto de sus más elementales derechos humanos.

Ojalá las palabras que en abril de 1985 me dijera el desaparecido Florentino Ventura de haber dado un “duro golpe” al narcotráfico, como hoy se comenta con la captura de “El Chapo”, se conviertan en una realidad esperada con ansiedad por millones de mexicanos y no en un golpe mediático y de relaciones públicas, pero sobre todo, que no se les vuelva a escapar.

Si desean hacer algún comentario al respecto, nos pueden contactar en apradillo@cimadesigns.com

Agustín E. Pradillo ha sido Consejero de Prensa en embajadas y consulados de México. Es periodista y especialista en temas de asuntos de hispanos.